Por Silvia Véjar
¡QUÉ TU MOTIVO PARA MIGRAR SEA CASI INEXPLICABLE!
Pensemos en que ya tienes tu boleto de avión en la mano. Sólo tienes un par de maletas para llevar lo que quieras o puedas al viaje que, aunque tuviera retorno, el “tú” que regresaría, no se parecería mucho al “tú” que se fue.
Salí de México hace poco más de cuatro años. Por supuesto aún me considero muy nueva en lo que a experiencia en el extranjero se refiere, es más, ni siquiera he concluido con los trámites que me darán un estatus migratorio más estable en Canadá. Sin embargo, he dedicado buena parte de mi estancia acá a hablar con migrantes mexicanos que llevan desde dos hasta 35 años viviendo en diferentes latitudes. Y en cada una de esas charlas, me ha sorprendido cuántas cosas semejantes atravesamos todos tarde o temprano.
Si bien es cierto que cada uno migra con determinados objetivos y bajo ciertas circunstancias, cuando la intención del viaje es quedarse en “el otro lado”, las herramientas que pensamos que nos facilitarán la experiencia terminan por ser insuficientes. Y por herramientas me refiero a cosas como algún conocido en el país destino, el manejo del idioma, una cartera que solvente los gastos por lo menos al inicio, una empresa que nos espere con un trabajo, una vacante en alguna escuela o el amor de nuestra vida invitándonos a unir a su cultura y familia.
Es como si en la maleta que preparamos para nuestra migración, fuera imposible empacar todo lo que hace falta, y no porque no lo tengamos, sino porque no hemos descubierto que lo tenemos o no lo hemos desarrollado. Y ése, para mí, es el meollo del asunto.
- ¡Qué va! Pues me leo un artículo que me recomiende Google sobre tips y ya está.
Seguramente varias cosas te funcionarían y otras más es probable que sólo echen a andar el algoritmo que después te pondrá anuncios con cosas parecidas.
En lo que he podido experimentar y escuchar de los demás, cuando nos vamos con la intención de no regresar, al menos por un buen tiempo, a todos nos cae algo a lo que yo llamo “El momento de realidad migrante”. Y de eso poco se platica.
Se trata de ese instante en el que te sientes sobrepasado. La mente hace un alto y te surgen preguntas como: “¿Qué estoy haciendo aquí?, ¿qué hice?” “Jamás pensé que extrañaría esta cosa tan sonsa” “¡Quiero hablar español mexicano a gusto con alguien!” “¿A dónde me está llevando todo esto?” “¿Qué era lo que quería?” “¿Sigo queriendo lo mismo?”
Para muchos lo que toca es continuar echándole ganas, no lo dudan. Para otros es un ¡basta, necesito reorientar los planes!
Y cuando llegan esas disyuntivas y el cansancio nos lleva a pedir lo que decía Mafalda de “¡paren el mundo que me quiero bajar!”, es cuando surgen esas herramientas que no sabíamos que a la mera hora sí se colaron en nuestro equipaje.
Es en esos momentos cuando nos damos cuenta de que somos más valientes de lo que pensamos:
- ¡Me aviento a hacer esto porque, si no, no la libro acá!
Y surge un mayor nivel de honestidad:
- La verdad no puedo con esto, no estoy dispuesto y no lo quiero para mi vida.
Nos replanteamos todo. Se viene a nuestra mente la película de toda la experiencia migrante e invariablemente nos regresa a los motivos por los que salimos de nuestro país.
Razones que pueden ser algo como:
- “A mi primo le fue bien en Canadá, dice que la cosa está bien para los migrantes, así que me voy con él.”
- “Me voy de aquí porque me choca México.”
- “Estamos super enamorados, estando juntos no va a haber problema.”
La experiencia me dice que si esto fue el único motor que nos sacó del país, el reto para superar “El momento de realidad migrante” podría ser mayor, más no imposible ni menos valioso.
Platicando con migrantes tan distintos entre sí, constantemente surge un hilo conductor cuando responden al “¿Por qué te saliste de México?”
Primero dicen algo práctico o logístico; después, nos damos cuenta de que ese “algo” solo era la punta del iceberg, y el resto es casi inexplicable. Es como si su horizonte y atención nunca hubieran estado centrados únicamente en el entorno y cultura en los que crecieron. Y precisamente eso les resultó útil para sortear los momentos complicados, adaptarse y establecerse donde fuera.
Así que, si estás pensando tomar un avión para cambiarte de casa y formar tu hogar en otra latitud, ¿por qué lo estás planeando?
No sólo te quedes con las razones prácticas. ¿Qué te dice tu parte sentimental, tu intuición, las corazonadas o como le quieras llamar? ¿Cuándo fue o cómo fue que surgió la idea de moverte a otro país?
El que lo traigas al frente ahora, tal vez pueda ayudarte en un futuro, cuando estés en tu destino y surjan esas preguntas que mencioné anteriormente.
Si quieres escuchar las historias de las que hago referencia aquí, te invito a escuchar el podcast que produzco con mi esposo. Se llama We the Mexycans y lo encuentras en Spotify, Google Podcasts y wethemexycans.com. ¡Qué tengas una feliz e intensa migración!
Comments