Traducir lo intraducible
- Perito Traductor
- 9 jul
- 4 Min. de lectura
Por Valeria Largaespada
El arte de traducir no es solo cambiar palabras de un idioma a otro o traducir literalmente, sino transferir significados dentro de contextos culturales específicos. En este proceso, los traductores profesionales se enfrentan constantemente a desafíos como traducir elementos que no tienen un equivalente directo: los tabúes, insultos y el humor. Estos tres son los componentes fundamentales ligados a la cultura, historia y la sociedad. Los tabúes, insultos y humor planten dilemas únicos para los traductores que exigen decisiones creativas, éticas y funcionales que una maquina no podría tomar.
Este artículo de CONNECTIN, un equipo de traductores del inglés, francés, alemán y español, analizaremos cómo los traductores resuelven el problema de estos aspectos culturales y las expresiones intraducibles, específicamente de los textos literarios, cinematográficos y audiovisuales, donde mantener el efecto en el público meta es muy importante en este era globalizada.

1. Tabúes: lo que no se dice, pero se insinúa
Los tabúes lingüísticos varían entre culturas. Lo que es ofensivo en un país puede ser aceptable o incluso trivial en otro. Por ejemplo, hablar abiertamente sobre sexo, religión, menstruación, muerte o política puede ser delicado en ciertos países, y completamente natural en otros.
El traductor se enfrenta aquí a un dilema: ¿Se debe suavizar el contenido para evitar ofender? ¿O respetar la intención del original, aun a costa de incomodar al lector meta?
Un ejemplo clásico se encuentra en la literatura erótica o en películas con contenido sexual. En algunos países, las versiones traducidas censuran o reformulan frases explícitas. Sin embargo, hacer esto puede afectar el tono, el estilo y el propósito del texto original.
En la traducción audiovisual, en países con censura fuerte (como en ciertas regiones de Asia o Medio Oriente), muchas veces los traductores tienen que “camuflar” el tabú usando eufemismos o reformulaciones indirectas. Esto puede salvar la publicación, pero también puede distorsionar el mensaje original.
2. Insultos: la creatividad ofensiva en cada idioma
Los insultos y las groserías o malas palabras son profundamente culturales. Su significado literal puede ser secundario frente al efecto emocional que buscan provocar. El reto de traducir insultos no es solo encontrar un equivalente lingüístico, sino conservar el grado de agresividad, el tono, el registro y el impacto emocional del original.
Por ejemplo, la expresión inglesa “son of a bitch” podría traducirse literalmente como “hijo de perra” en español, pero no siempre tiene el mismo peso ofensivo dependiendo del país. En México, por ejemplo, la palabra “cabrón” puede ser insulto o halago, dependiendo del tono y el contexto. En España, términos como “gilipollas” tienen una fuerza que puede perderse si se traduce sin cuidado.
El traductor debe considerar ¿Cuál es el equivalente funcional? ¿Qué nivel de vulgaridad es aceptable en la cultura meta? ¿Está permitido adaptar el insulto para provocar la misma reacción?
A veces, los traductores optan por la llamada traducción funcional, que busca generar la misma emoción en la respuesta, aunque no sea literal. Por ejemplo, un insulto con referencia animal en un idioma (perro, cerdo, rata) puede cambiar a otro con connotación equivalente (idiota, imbécil) si eso resulta más natural en la lengua destino.
3. Humor: el arte de hacer reír en dos idiomas
Si hay algo verdaderamente difícil de traducir, es el humor. Lo que una cultura encuentra gracioso, otra puede considerar absurdo, confuso o incluso ofensivo. El humor se basa en referencias locales, juegos de palabras, dobles sentidos, ironía, exageraciones o incluso silencios. Traducirlo requiere no solo conocimiento lingüístico, sino de sensibilidad cultural y creatividad.

Existen varios tipos de humor difíciles de traducir:
Juegos de palabras : Son intraducibles si se basan en homonimias específicas del idioma. Un ejemplo famoso aparece en Harry Potter, donde el nombre de “Tom Marvolo Riddle”, que anagramado da “I am Lord Voldemort”, deben adaptarse completamente para mantener la esencia.
Referencias culturales o históricas: Si un personaje hace un chiste sobre un político o programa de televisión local, el traductor puede optar por adaptar la referencia, explicarla con una nota al pie en el mismo texto, o incluso omitirla si es irrelevante para el público meta.
Ironía y sarcasmo: Estos requieren que el lector o espectador reconozca que lo dicho es lo opuesto a lo que se quiere expresar. La traducción debe mantener el tono sin volverse confusa.
En el doblaje de comedias televisivas, los traductores a menudo reescriben los chistes para que funcionen en el idioma destino, aunque eso implique perder fidelidad al original. En subtitulaje, el espacio limitado obliga a resumir o eliminar referencias que no puedan explicarse fácilmente.

4. Estrategias para lo intraducible
Cuando el traductor se enfrenta a una expresión cultural o un elemento tabú que no tiene equivalente directo, puede optar por alguna de estas estrategias:
Equivalente funcional: sustituir por una expresión que cause el mismo efecto.
Adaptación cultural: cambiar el contenido para que tenga sentido en la cultura meta.
Eufemización: suavizar el contenido cuando se trata de tabúes o vulgaridades.
Glosa o explicación: insertar notas o aclaraciones (más común en traducción escrita).
Omisión: si el contenido no aporta significativamente o si traducirlo sería contraproducente.
Inventiva creativa: especialmente útil en humor y juegos de palabras.
Estas decisiones no son automáticas, es decir, dependen del tipo de texto, del público al que va dirigido, del medio (escrito, audiovisual, profesional) y del objetivo comunicativo que el traductor tomará una decisión clara y eficiente para trasmitir el mensaje.

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