La fragilidad de las palabras.
- Perito Traductor
- 11 sept
- 3 Min. de lectura
Por Valeria Largaespada
En este artículo de hoy te voy a compartir un poco de mis pensamientos acerca del arte sutil y de la fragilidad que las palabras han tenido en nuestra historia. Cómo una palabra puede cambiar el rumbo de la historia y cómo un gran discurso puede conquistar naciones. Una palabra puede expresar un sentimiento y puede terminar con otro. Una palabra puede ser el comienzo de una historia y el final de un ciclo. Cada palabra que decimos, que pensamos o que escribimos puede definir el curso de nuestra vida.

Desde tiempos antiguos, los líderes políticos, filósofos y poetas han utilizado el lenguaje como una herramienta para guiar a los pueblos. Discursos como los de Pericles en la antigua Grecia, las proclamas de independencia en distintos países o las palabras inspiradoras de figuras como Martin Luther King han demostrado que un conjunto de palabras bien articuladas puede encender revoluciones, sembrar esperanza o incluso detener conflictos.
Un ejemplo muy claro de esto es el caso de Adolf Hitler. Hitler entendió desde muy temprano que la oratoria era un arma más eficaz que un arma de fuego. En un contexto de crisis económica, resentimiento social y heridas abiertas tras la Primera Guerra Mundial, sus discursos encontraron terreno fértil en el pueblo alemán. No fue únicamente lo que decía, sino cómo lo decía: gestos, tono, pausas y una retórica diseñada para apelar a las emociones colectivas.
Sin embargo, no solo en los grandes escenarios las palabras cobran relevancia. En la vida cotidiana, una palabra de aliento puede levantar a alguien en medio de una crisis, mientras que una palabra hiriente puede dejar una cicatriz difícil de borrar. En este sentido, el lenguaje no solo construye realidades sociales, sino también emociones individuales.
A través de la repetición de ideas, el uso de símbolos y un lenguaje cargado de promesas y enemigos comunes, Hitler logró consolidar un movimiento de masas. Su habilidad para encender sentimientos de orgullo nacionalista y, al mismo tiempo, sembrar odio hacia minorías específicas, demuestra cómo la palabra puede convertirse en un arma de manipulación social.

Cada palabra que decimos, pensamos o escribimos se convierten en una huella en nuestro propio camino. Un “si” puede abrir la puerta a nuevas oportunidades mientras que un “no” puede marcar el final de un ciclo. Las historias de amor comienzan con un saludo sencillo, y muchas veces también concluyen con una palabra final.
El poder de lo que decimos radica en su capacidad de crear realidades.
La literatura, la poesía y el arte escrito son prueba de ello: un texto puede transportar al lector a otros mundos, despertar recuerdos olvidados o inspirar cambios internos.
La responsabilidad de las palabras: Si entendemos que el lenguaje tiene un poder tan grande, entonces también debemos reconocer la responsabilidad que implica usarlo. «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». Elegir cómo hablarle a los demás, como nombrar nuestras emociones y cómo narramos nuestras propias vidas es un acto de creación. Ser conscientes de esto nos invita a usar las palabras con cuidado, respeto y con amor.

Las palabras son frágiles porque pueden desvanecerse en segundos, pero también permanecen eternas en la memoria y en la historia. Son un arte sutil que requiere sensibilidad, pero también conciencia. Cada palabra que pronunciamos puede ser una semilla o herida, inicio o final. Quizá por eso, aprender a elegirlas bien sea uno de los mayores actos de sabiduría que tenemos a nuestro alcance.
En CONNECTIN, un equipo de peritos traductores en inglés, francés y alemán, esperamos que este artículo te sea útil.
También te puede interesar:
Comentarios